lunes, octubre 27, 2008

La tercera (y ultima) edad

Imaginad el clima de Burgos como algo frió y adusto, un clima que no te deja la menor tregua. Cuando tienes buena suerte sopla un viento helado que te llega a hacer daño al "tocarte", cuando tienes mala suerte el viento viene acompañado de lluvia y varios grados bajo cero de regalo.

Ahora imaginad un Domingo por la noche, una parada de bus mas o menos céntrica y todo lo que acabáis de leer sobre el clima de Burgos aumentado hasta el limite de lo humanamente soportable.

Dicen que nuestra generación es una generación de jovencitos asilvestrados que no tienen ningún valor o rectitud moral, que somos ovejas descarriadas que no respetamos ni los mas básicos pilares de la sociedad. Exageran. Yo por lo general y salvando algunas honrosas excepciones siempre he procurado ser una persona educada, me gusta dar las gracias, pedir las cosas por favor y tratar de usted a mis mayores o a las personas que no conozca lo mas mínimo, al menos cuando me dirija a ellas por primera vez y si ellos no me han indicado lo contrario. Cedo mi asiento a los discapacitados físicos, embarazadas, gente impedía e incluso a los enanos (esto ya lo aclarare otro día en el blog, de momento os diré que es uno de los momentos mas bochornosos de mi vida..)

La linea 2, por decir un numero, esta bastante cerca de un lugar de recreo situado en el mismísimo centro del paseo del espolón, a el acuden por lo general socios que de media rozan los 80 años de edad.No hay semana en la que la puerta de dicho lugar no este adornada por una o varias esquelas. Una sociedad de recreo de las de antes, con simpáticos vejetes con tirantes de motivos de España fumándose puros y viendo una corrida o el partido del Madrid en la televisión. Esa clase de personas llenas de prejuicios y manías acumuladas a lo largo de toda una vida.

El autobús supuestamente pasaba por mi parada, el numero 7 de calle Vitoria, a las nueve en punto, no quería perderle porque me supondría afrontar un buen tramo hasta casa caminando, y eso no era la opción mas apetecible con la tromba de agua que estaba cayendo desde hacia un par de horas. Para poder tener un sitio en el que sentarme me presente en la parada un cuarto de hora antes, mejor esperar ese tiempo guarecido bajo una parada de autobús cochambrosa que llegar a casa calado y con una neumonía. Tuve la tentación de retroceder una parada y coger el autobús apenas medio kilómetro antes, pero la idea de perder el autobús que o bien podia llegar 5 minutos antes o bien salir justo cuando yo llegara a plaza de España, no era demasiado alentadora. Así que subiéndome bien la cremallera e intentando no pensar en nada me apoye contra un cartel luminoso de la marquesina de la parada del bus. Según se acercaba la hora en punto bastantes de los casi centenarios socios del club de recreo del espolón se iba arremolinando en la parada, yo estaba deliberadamente de pie en parte por dejarles un sitio en el que sentarse dentro de la marquesina que nos servia de parada, en parte para poder acceder al autobús nada mas este llegase.

Pero algo turbio se empezó a urdir en aquel lugar, un grupo de octogenarios bastante variopinto, algunos con bolsas de plástico en la cabeza, algunos con hojas de periódicos, formaron un muro delante de mi con intenciones bastante aviesas. El marcador digital indicaba que el autobús estaba a punto de llegar, quizás en dos o tres minutos. Y ellos, pese a tener que chuparse el aguacero que todavía estaba cayendo, siguieron impertérritos delante de mi formando una barrera inexpugnable. No me gusta que me tomen el pelo y aun a riesgo de llegar a casa con un constipado de categoría, aproveche que el bus doblada la esquina de san lesmes para adelantar a aquella barahúnda senil y ponerme en primera linea dispuesto a tomar el sitio que ya era mio por algo mas que una cuestión de cojones. Repito que estaba dispuesto a dejar el sitio a quien lo necesitase, pero una pandilla de octogenarios peleones expuestos a un aguacero polar, capaces de correr incluso mas que yo y de reaccionar con unos reflejos que posiblemente os dejarían en ridículo a la mayoría de vosotros, no eran precisamente mi idea de "viejos discapacitados necesitados de asiento"

El autobús se acercaba a ritmo pausado y se detuvo en un semáforo en la oficina provincial de la ONCE, a escasos 50 metros de la parada. Cuando estaba sacando la mano del bolsillo para tener disponible la tarjeta del bonobús lo mas rapido posible noto una mano en el hombro que me hizo darme la vuelta.

-Oye chaval, a la cola!!
-Que cola? Si llevo aquí 15 minutos
-Pues ninguno de vosotros te hemos visto! (rumor general y ronda de afirmaciones con la cabeza de varios de los ancianos ahí presentes )
-Hombre, es que si nos dedicamos a cuchichear y a formar barerras..

En ese momento noto un codazo en el riñón

-!Quita coño que te limpio a hostias!

Quien que me había dado el golpe, un abuelete con tal cara de bruto que podría haberme partido por la mitad con la cachaba si se lo hubiera planteado, ahora alzaba el puño en una actitud nada amable. Pensé en decirle "tu y cuantos mas como tu", pero el caso es que ahí mismo había unos cuantos mas como el y entre todos seguro que sumaban mas años que la Catedral de Burgos y si me apurais hasta el partenon. Entre tanto la parada del bus era un hervidero de comentarios que se dividían entre "esta juventud es lo peor, llega el ultimo y quiere subirse el primero" y demas variantes y otra rama, que llevaba ahí casi el mismo tiempo que yo que decía "hay que ver, cuanto mas mayores menos educación" y frases del estilo. Aprovechando aquella confusión y que el bus acababa de pararse delante de la parada doy dos zancadas para subirme el bus y escabullirme de aquel embrollo.

-A veer! A veer! Aveeeer!
-Vaya morro - algo dicho por una señora con una bolsa de SPAR en la cebza no es algo que debas tomar demasiado en serio..-
-Tendras los cojoens de meterte el primero, puta juventud..

Cuando parecía que el rumor de las palabras quedaron atrás me encontré con un bastón entre mis piernas que por poco me hizo caerme, al menos dos manos en el hombro sujetándome y otras tantas que me agarraban la cazadora. Aquello parecía una escena de la noche de los muertos vivientes, versión "imserso" Zafandome como pude llegue al interior del bus donde metió la tarjeta en el cobrador automático y avance derecho hacia el ultimo sitio libre de todo el coche de linea sentándome de golpe. No puedo describir bien las miradas viperinas que recibí en aquel sitio aquel día, pero si las miradas matasen yo estaría criando malvas desde aquel Domingo.